En el año 2006 todavía estaba prohibida la entrada a los viajeros al Estado Chin (Myanmar), se necesitaba un permiso especial del gobierno. En el 2014 y desde Bagan, conseguimos organizar un viaje por carretera hasta Kanpetlet, en las colinas Chin, muy cerca de Mindat. Solo se puede acceder de momento en 4x4, más de medio día de camino, aunque por desgracia, están mejorando el estado de las carreteras a marchas forzadas.
Es de momento un santuario, tanto de vida salvaje en la reserva del Monte Victoria, como de forma de vida.
Teníamos muchas ganas de entrar en este estado, para conocer a las mujeres Chin -abuelas en su mayoría- con la cara tatuada, las últimas de su estirpe.
Al parecer esta práctica se inicio entre las jóvenes de 7-15 años, para que no fueran objetos de deseo de los príncipes rakhine, cuyo reino linda con las colinas Chin, al sur. Aunque con el tiempo se transformó en un sentimiento de belleza, dureza e identidad. Según a que tribu se pertenezca el diseño del tatuaje varía.
Resulta muy muy doloroso, por lo que tenían que ser sujetas por varios hombres y teniendo en cuenta que se les tatuaban incluso en los parpados, las niñas en muchas ocasiones estaban semanas con las cara hinchada sin poder hablar y los ojos sin poder ver.
La tinta utilizada proviene de una planta especial que algunas tribus mezclaban con los riñones de un búfalo y era clavada en la piel con un instrumento parecido a una aguja de un pino.
La practica se extinguió tras la Segunda Guerra Mundial.
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