Los retoños de las diferentes culturas y etnias del sur de Etiopía, aprenden desde bien pequeños a enfrentarse con el entorno que les rodea, un mundo salvaje y lleno de peligros. Su aprendizaje será el que generación tras generación le transmitan sus ancestros. Pero ahora todo eso está cambiando rápidamente, los turistas modifican sus formas de hacer y comportarse, ya no importa tanto el conocimiento intercultural, como el dinero fácil que consiguen por dejarse fotografiar. Por lo que desde este pequeño reportaje animo a no dar dinero a los niños por este u otro motivo, para ellos es papel o metal envenenado que no les servirá para nada en un futuro.
Me arrepiento profundamente de haber caído en las redes de los adultos, este comportamiento tan extendido ya por estos lares, me hubiera gustado profundizar más en su cultura, hacer decenas de preguntas que finalmente no hice por intentar captar la esencia fotográfica desaforadamente, sin antes calmar los ánimos de quienes veían en nosotros Birrs andantes.
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